Tras el desalojo de los campos no oficiales de Idomeni, en la frontera norte con Macedonia, y el puerto del Pireo en Atenas, el gobierno griego trata de acoger a los más de 60.000 refugiados y desplazados que ya contabiliza Grecia en nuevos campos militarizados repartidos por todo el país. Las condiciones de los campos son variables, pero la mayoría de personas refugiadas prefiere mantenerse cerca de los núcleos urbanos de Tesalónica y Atenas, donde se realizan sus trámites burocráticos y pueden desarrollar una vida parecida a la que dejaron en sus países de origen. 

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Así y con la perspectiva de que la estancia en Grecia será larga, en los últimos meses se han ocupado edificios abandonados, los llamados squats. Son antiguas casas, colegios, hoteles u hospitales que fueron abandonados por la crisis económica y que ya albergan a un gran número de personas refugiadas. Sólo en Atenas ya hay en torno a dos mil residentes en los casi 10 squats. Pero los campos oficiales, los pisos de acogida y los squats tienen desde hace tiempo el cartel de completo y acumulan largas listas de espera. Hay un elevado número de personas en situación de calle y sin ningún tipo de ayuda ni recurso.

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Holes in the Borders interviene en este contexto, en la ciudad de Atenas, tratando de apoyar a personas sin un lugar donde vivir, sin ayuda de otros recursos donde apoyarse, sin información completa sobre el proceso de asilo o las asociaciones a donde acudir, o sin nadie con quien hablar de cómo se sienten...